¿Por qué se equivocan las encuestas presidenciales?

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En las recientes elecciones presidenciales de Argentina y Uruguay se presentó un fenómeno que ha venido apareciendo cada vez más en materia electoral en América Latina: los resultados que arrojaban las encuestas y sondeos de opinión no se acercaron a la realidad de los escrutinios finales de los comicios.

En Argentina, parte de las encuestas indicaban que el presidente saliente Mauricio Macri podría remontar la difícil cuesta que lo separaba de su contendor, el hoy electo presidente Alberto Fernández, y generar así una segunda vuelta en los comicios presidenciales. Otros sondeos indicaban que Fernández iba a ganar con un margen amplio de diferencia de 25% sobre Macri. En ambos casos los sondeos terminaron equivocándose, pues si bien Macri logró remontar durante los últimos días, esto no fue suficiente para seguir adelante con una nueva ronda electoral, pues Fernández terminó ganándole por un margen de 16%, mucho menor al que le llegaron a estimar.

En el país vecino, Uruguay, las encuestas le daban a Luis Lacalle Pou, candidato de la coalición de centroderecha, una ventaja de más de 8% sobre su rival Daniel Martínez, candidato del Frente Amplio, a solo escasos días de la segunda vuelta presidencial. Pero ese porcentaje se desvaneció el día de las elecciones y los resultados estuvieron tan cerrados, que la Corte electoral de ese país tardó 4 días en revisar los votos y pronunciarse a favor de Lacalle Pou como nuevo presidente de los uruguayos.

Pero qué hace entonces que las encuestas, que son consideradas el método más generalizado para intentar arrojar algo de luz sobre las preferencias del electorado, terminen fallando y se alejen de los resultados finales con “errores” que llegan a levantar suspicacias en sobre la intencionalidad e imparcialidad de las empresas encuestadoras.

Para quienes estudian el comportamiento de los sondeos de opinión electoral, muchos de los errores en los resultados de las encuestas solo reiteran que algo no funciona del todo bien en las metodologías que se están utilizando y en los fines de las mismas.

Tendencia al error

Si se compara los resultados en la mayoría de las contiendas electorales de América Latina de los últimos años con los pronósticos mostrados por las principales empresas encuestadoras de la región, el resultado es una reiterada tendencia al error.

Pero los fallos ya no son márgenes de 1 a 3 % que son los que suelen preverse como normales en este campo de investigación, sino que al contrario han sido equivocaciones que incluso han llegado a 20 y 30 puntos de diferencia.

Expertos consideran que muchas veces encuestas que solo incluyen 1,200 o 1,500 personas, no son suficientemente exactas para predecir una elección de voto voluntario, que también cuenta con un determinado nivel de abstención.

Inclusive se puede estar dejando de lado el perfil del votante probable, que consiste en un filtro que se le aplica a toda la población en edad de votar de acuerdo con la intención de voto. Ese filtro de votante probable es el resultado de una investigación científica que requiere de la aplicación de diferentes encuestas y testeos, que al parecer no se estarían realizando.

También se encuentra el voto sorpresa que es un fenómeno creciente no sólo en América Latina, sino también en otras regiones del mundo. En este grupo está incluido el llamado voto castigo contra el gobierno de turno, que puede estar oculto y termina siendo notable en aquellos sectores socioeconómicos a los que las encuestadoras tienen más dificultades para llegar cuando salen a realizar cualquier estudio de campo.

Otro punto a resaltar es que el riesgo del error de las muestras se reduce si la encuesta se realiza de forma presencial, pero el costo de este tipo de sondeos es alto y a veces no es tomado en consideración.

Por todo ello, la dispersión del electorado, las dificultades y carencias metodológicas, el dinero invertido para realizar los estudios, los intereses políticos que puede haber ocultos, y las decisiones de último momento que podrían esconder algunos electores, son factores clave para tener en cuenta a la hora de leer las encuestas presidenciales y sus posibles errores.

David Rodríguez Andara

¿Qué desvela a encuestadores británicos antes de las elecciones?

Si hay algo seguro en las próximas elecciones del Reino Unido, es que no se debe confiar en las encuestas de opinión. Después de resultados sorpresa en 2015, 2016 y 2017, está claro que hacer predicciones precisas es difícil. Pero, ¿qué preocupa a los encuestadores esta vez?

Casi la mitad de los votantes apoyó a diferentes partidos en las elecciones entre 2010 y 2017, según una investigación publicada por académicos del proyecto British Election Study. En 49%, este es el nivel más alto de cambio en la historia, y es impulsado por choques políticos, incluida la crisis crediticia y el referéndum del brexit.

En pocas palabras, la lealtad política de las personas es más débil y su comportamiento es más difícil de predecir. “Esta es la elección más volátil e incierta en la que he trabajado”, dijo Andrew Hawkins, presidente de ComRes Ltd.

La dificultad se refleja en los resultados. Si bien algunas encuestas muestran que los conservadores están en 40%, en otras han caído hasta 32%. El partido Laborista ha oscilado entre 22% y 29%.

Para Ben Page, director ejecutivo de Ipsos MORI, la preocupación “general” es traducir la participación del voto nacional que las encuestas producen en lo que importa: escaños en la Cámara de los Comunes. “Se vuelve más difícil ya que ahora tenemos cuatro partidos importantes”, dijo.

Un partido podría ganar “una mayoría atractiva” con una participación de voto inferior a 35%, según Hawkins de ComRes.Los escaños individuales a menudo se comportan de manera contraria a la intuición.

¿Por qué los demócratas liberales imaginan sus posibilidades en Wimbledon? Por el brexit. Apenas un tercio de los votantes en el distrito respaldó abandonar la Unión Europea y, como partido con la posición más fuerte contra el brexit, los demócratas liberales piensan que pueden ganar en esos lugares.

Entretanto, los conservadores, que han liderado el distrito durante 87 de los últimos 100 años, están preocupados por eso. Bajo el liderazgo de Boris Johnson, es un partido a favor del brexit, algo que podría perjudicarlos en algunos de los escaños de los adinerados suburbios donde tradicionalmente han sido fuertes.

Su objetivo es compensar esa diferencia en lugares donde nunca han ganado antes. “La pregunta es cómo se desarrolla”, dijo Page. “No hay garantía de que suceda”.

La campaña

Uno de los problemas para los encuestadores en 2017 fue que la campaña misma percibió cómo los votantes cambiaron de opinión. En particular, las personas desarrollaron una visión más favorable del líder laborista Jeremy Corbyn una vez que lo vieron pisoteado.

Las encuestas registraron un cambio hacia los laboristas, pero, por razones a las que llegaremos, igual subestimaron el éxito del partido. Pero esta vez, como Corbyn y Johnson ya son conocidos, “es poco probable que la campaña tenga tanto efecto como la última vez”, según Joe Twyman de Deltapoll.

Nuevos métodos

Un éxito de las encuestas de 2017 fue un experimento de YouGov llamado regresión multinivel y postestratificación (MRP, por sus siglas en inglés). Se utilizó una muestra mucho más grande, 50.000 votantes en el transcurso de una semana en comparación con los 1.000 habituales en un par de días, para producir una estimación escaño por escaño.

No fue perfecto, se subestimó el apoyo tory en Escocia, por ejemplo, pero sí estimó que Theresa May perdería su mayoría, algo que parecía impensable al comienzo de la campaña.

Se esperan más experimentos de este tipo en las encuestas. Pero hay que tener cuidado. “No es una panacea”, dijo YouGov’s Wells. “Es importante tener buenos datos, e igual se deben tomar las decisiones correctas al ejecutar el modelo”.

Problemas antiguos

Es cada vez más difícil contactar a los votantes. Algunos grupos, como los más jóvenes, ya no tienen teléfonos de línea fija, y los paneles basados en Internet no reciben respuestas de aquellos que no están en línea. Incluso si se logra contactarlos, las personas no siempre son buenas pronosticando su propio comportamiento.

“El gran desafío, como siempre, es saber cuántas personas votarán realmente de las 1.000 con las que hablamos”, dijo Page. En 2015, los encuestadores sobreestimaron la participación de votos del partido Laborista y, para solucionar el problema, utilizaron modelos de participación en 2017; trabajaron sobre la base de que no todos los que dijeron que votarían por los laboristas lo harían realmente. El resultado fue una subestimación del voto del partido.

Según Wells, la industria ha respondido volcando los ajustes que adoptó. “Si tengo una preocupación por la industria, es que volvamos a los problemas de 2015”, dijo. “En las últimas elecciones, las encuestas sobreestimaron el desempeño conservador, pero eso es muy inusual. Históricamente, las encuestas han exagerado el peso del partido Laborista”.

Damian Lyons Lowe, de Survation, espera con ansias la carrera. “Si no fuera un desafío, no sería interesante o útil”, dijo.

Bloomberg

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