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Latinoamérica tiembla: la política y los disturbios empañan la gran promesa de la moda

La incertidumbre sacude Latinoamérica. Bolivia, Chile, Ecuador, Perú, Honduras, Venezuela y, ahora, también Colombia, han salido a las calles a lo largo de los últimos meses en protestas sociales y económicas que en ocasiones han culminado en revueltas y contención violenta. La moda, mientras, vuelve a contener el aliento en el mercado que siempre ha sido su gran promesa y donde la inestabilidad obliga de nuevo a bajar las persianas.

El mercado de la moda en Latinoamérica mueve en torno a 160.000 millones de dólares cada año, más que Oriente Próximo, y crece a unos ritmos que, aunque se han moderado en los últimos años, continúan batiendo los de los mercados maduros. Según las últimas previsiones de Euromonitor, las ventas de moda en México crecerán un 11,8% hasta 2020, mientras que en Colombia se elevarán un 4,9%.

Desde México al Cono Sur, la región suma una población de 650 millones de personas, con una creciente clase media y una clase alta sedienta de moda extranjera. Aunque el retail a pie de calle no está muy desarrollado, el mercado latinoamericano cuenta con gigantes del retail como Falabella, Cencosud, El Palacio de Hierro o Grupo Axo.

Hoy, este enorme mercado está de nuevo en jaque por la inestabilidad social y política, que han sido durante las últimas décadas el gran hándicap para que Latinoamérica pueda convertirse en el gran mercado para la moda que siempre ha prometido ser. 

En este contexto de conflictos permanentes, el Fondo Monetario Internacional (FIM) prevé un leve retroceso del 0,2% del Producto Interior Bruto (PIB) en Sud América.

En Colombia, el clima político se agravó el pasado 21 de noviembre con la paralización que vivió el país con motivo de una huelga general. Una jornada de multitudinarias protestas que, de seguir en el tiempo, pueden hacer que Colombia deje de tener una de las economías más estables de América Latina.

Los colombianos mantienen viva la protesta contra la política económica y social del presidente Iván Duque. Colombia es el país que más crece entre los cinco más grandes del territorio latinoamericano (Brasil, México, Argentina, Chile y la propia Colombia): un 3,2% frente al ínfimo 0,1% de toda la región, según las últimas proyecciones del brazo de Naciones Unidas para el desarrollo de la región (Cepal). Lejos de desviar el rumbo, el organismo prevé que el crecimiento del año que viene se expandirá un 3,5%.

Los datos del sector consumo muestran, sin embargo, una tendencia a la desconfianza. Los últimos datos publicados por el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) registraron un balance negativo del 14,4%.

En Chile, el impacto negativo que han traído las revueltas se refleja más allá de las calles. Una de las principales causas que está detrás de esta revuelta en contra de la clase política tiene que ver con los altos sueldos que reciben los diputados y senadores de este país sudamericano. A pesar de que el malestar sobre este tema se instaló mucho antes de que explotara la crisis actual, la violencia de las últimas manifestaciones puso en evidencia la necesidad urgente de rebajar estos salarios en un 50%, tal y como solicitan los manifestantes.

En Chile, las ventas registradas en la industria de la moda (incluyendo calzado, ropa y accesorios) cayeron cerca de un 50% en los últimos doce meses, según la Cámara de Comercio de Santiago (CCS). El 46% de las empresas del sector consultadas por la CCS ha sufrido daños directos.

La situación de las ventas del pequeño comercio ha sufrido consecuencias directas desde el inicio de las movilizaciones. Hasta el 17 de octubre, las ventas realizadas con tarjetas bancarias aumentaron un 12%, 26% en servicios y 6% en turismo. Posterior a esta fecha, cayeron un 10% en bienes, un 19% en servicios y un 36% en turismo.

El cierre obligado de tiendas, que alcanzó un nivel crítico el 21 de octubre coincidiendo con la primera jornada de huelga general, se ha transformado en una carga para el comercio en general y para la categoría vestuario y calzado, en particular. Entre todos, destaca la caída en las ventas de carteras, bolsos y mochilas, un 49%; la de accesorios, un 40%; la ropa, entre un 35 y un 39 %); y el calzado, con una variación en negativo del 34% desde el inicio de las movilizaciones.

Nombres como el de Falalabella se han visto salpicados por la crisis sin paliativos del país. Aunque desde el gigante chileno afirman tener la fuerza financiera para afrontar la crisis social del país, dos de las 47 tiendas que tienen en los centros comerciales Mallplaza no están funcionando. Las tiendas que no operan representan alrededor del 4% de los ingresos minoristas de Chile.

México, el mayor país de Latinoamérica para la moda, entró en recesión técnica, tras contraerse un 0,1% en el cuarto trimestre de 2018 y en los dos siguientes del año actual. Entre julio y septiembre, el PIB se estancó.

Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo hace un año prometiendo un crecimiento del 4%, de media, al término de su sexenio. Al margen de los factores externos, el país debe continuar luchando por atraer la inversión, cautelosa desde la elección de López Obrador.

En Argentina, por su parte, el presidente electo Alberto Fernández ha heredado una economía muy debilitada, lastrada por la enorme deuda con el Fondo Monetario Internacional. La inflación, por su parte, se ha moderado, situándose en el 3,3% en octubre, aunque se prevé que se cierre 2019 en el 55%.

La contención se debe a medidas de emergencia como la supresión del IVA en los productos alimenticios básicos y la congelación del precio de los combustibles. Pero la primera expira en diciembre y la gasolina ya ha vuelto a subir. 

Por su parte, Brasil continúa en la senda de la lenta recuperación de su economía después de registrar en 2018 un ligero crecimiento del 1,1 % por segundo año consecutivo, tras la dura recesión que atravesó entre 2015 y 2016 y que hundió al país a una crisis de la que todavía intenta levantarse.

El gobierno de Kair Bolsonaro prevé impulsar la economía brasileña con una reforma administrativa y tributaria. Unas medidas con las que estima impulsar el crecimiento económico por encima del 2% en 2020 y del 3% en 2021.

Finalmente, Bolivia asume también las consecuencias de las revueltas en su economía. Las pequeñas y medianas empresa han entrado en crisis y han visto caer sus ventas e ingresos. Los trabajadores con un sueldo mensual de dos mil bolivianos (255,7 euros) son las más afectas al encontrarse con dificultades para poder trabajar con normalidad durante las últimas semanas.

La gasolina se ha convertido en un símbolo de la convulsión que sacude a Bolivia desde hacer semanas. Los bloqueos de caminos se han intensificado con la salida de Evo Morales de la presidencia y su exilio en México y, desde entonces, el país afronta un problema de desabastecimiento de carburante y gas.

Allí, la Policía Boliviana reclamó este lunes la intervención del ejército en las calles al advertir de la situación “insostenible” en el país, al verse “rebasada” para poder contener la violencia. Las movilizaciones en el país han dejado ya veinte muertos.

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